Una reflexión sobre un hijo EXTRAORDINARIO.

Te has puesto a pensar ¿Qué quieres enseñar a tu hijo? ¿Cuáles son los valores que quieres transmitirle? ¿Qué ejemplo quieres que reciba? ¿Cuáles criterios formaran su abanico de posibilidades a la hora de elegir? ¿Qué clase de adulto quieres que sea cuando mayor?

Muy lejos de ser rebeldes sin causa, o de ir siempre en contra de la corriente, lo que más quiero es que mis hijos puedan nadar en el mismo rio que lleva a la gente y en el mismo sentido. Lucho para que vayan con sus mochilas bien equipadas y que puedan ir a flote tranquilamente o que puedan nadar hacia la orilla si necesitan salirse del agua por un momento, para que puedan parar a pensar y retomar convenientemente el cauce del rio.

Esta metáfora la uso, porque me pareció muy fácil de entender la necesidad de ir con la sociedad y también la necesidad de detenerse a reflexionar, si algo no cuadra o me parece injusto o inadecuado para mi o para otro, incluso para la comunidad.

Cosas tan sencillas como enseñar a tu hijo a decidir qué ropa quiere usar, o qué sabor de helado quiere comer, qué libro quiere leer o qué juego quiere hacer, es la base para fomentar su capacidad de decisión y ser consciente de sus gustos y sus auténticas necesidades.

“Si todos lo hacen, debe ser que está bien” o “si la mayoría de los niños lo tienen es porque no debe ser tan malo” “si los papás los dejan es por algo”. Nada más falso y para eso reescribo esta famosa frase que dice “Lo que está mal, está mal, aunque lo haga todo el mundo. Lo que está bien, está bien, aunque no lo haga nadie”.

Te pongo unos ejemplos muy cotidianos y también controversiales. Son ejemplos de pequeños cambios que pueden ser significativos en la formación de su criterio y en los valores que realmente quiero transmitir.

Muchos niños meriendan chuches y comida empaquetada

No quiero que es esto sea lo ordinario en la vida de mis hijos, aunque sé que es lo habitual para la mayoría.

Entonces lo que hago es que en casa no compro ninguno de estos productos. Tampoco se los ofrezco para merendar y le doy opciones que me parecen saludables. Pero, como no se trata de verdades absolutas ni criterios rígidos, cuando estamos en una fiesta, por ejemplo, tienen libertad absoluta y pueden comer lo que no hace parte de su dieta normal. Si alguna persona le ofrece un dulce, lo puede aceptar sin problema.

Mi hija mayor me ha pedido unas gominolas que le encantan porque sus amigos la llevan al colegio y después de insistirme algunas veces, accedí a comprárselo y me llevé una sorpresa cuando me dijo que no le gustaron, pero que quería conservar el empaque para meter sus propios dulces (arándanos deshidratados).

Pienso que hoy en día hay una mayor consciencia colectiva sobre la alimentación infantil, mejor criterio para elegir alimentos procesados y más rigurosidad en la seguridad de los productos comerciales.

Los niños juegan a la guerra y tienen juguetes bélicos

No quiero que mis hijos tengan juguetes agresivos, ni muñequitos violentos. Entonces no compro este tipo de juguetes y pido que por favor no le regalen nada parecido. Sin embargo, no voy a aislar a mis hijos de la sociedad y no voy a tapar el sol con una mano.

Seguro que disparar y luchar es algo que les gusta muchísimo y aunque los juegos no tienen género, si es cierto que es un juego que les gusta más a los varones. Entonces doy respuesta a esta necesidad y le permito jugar a luchar y pelear, explicándole a la medida de su entendimiento sobre los valores de paz, convivencia, armonía, afabilidad, respeto, etc. Además, para calmar su “instinto” de disparar, tienen varios palos y material de construcción para armar su propio instrumento disparador.

Mi hijo dice que quiere “apistolar” es decir disparar a los pancakes cuando les pone el syrup o al televisor cuando usa el mando a distancia. Así que el tema de disparar y violencia acá no tienen mucha relación.

Existen alternativas de juguetes educativos y muy divertidos que llaman la atención a los más pequeños y son respetuosos con el medio, promueven valores alienados con una crianza consciente.

Todos visten a la moda.

Y es que, puede que a los niños les guste como se visten los demás, especialmente los que usan ropa muy llamativa o extravagante. Entonces no está de más insistirles para que encuentren lo que realmente le gusta a cada uno y se vistan como se sientan cómodos.

Dar prioridad a la comodidad, al abrigo y a la protección, antes de vestirse de una manera para agradar a los demás. Desde muy pequeños darles a elegir es importante, mientras a él o a ella le guste, se sienta bien y sea adecuado.

Para concluir, quiero que mis hijos sean niños con sentido de pertenencia, que sean aceptados dentro de cada circulo que interactúan, y quiero lo mejor para ellos, que aprendan el sentido de sus verdaderos gustos y necesidades y que empiecen a tener herramientas para que cuando sean mayores tengan un auténtico criterio propio. Que sean extraordinarios y sepan que lo que muchos hacen no es necesariamente lo mejor para ellos.

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