Una reflexión sobre un hijo EXTRAORDINARIO.

Tu hijo es único y diferente, con un mundo maravilloso que construye a través de sus múltiples aprendizajes. En otras palabras, tu hijo es EXTRAORDINARIO.

Extraordinario quiere decir que se sale de lo ordinario, de lo común, de lo que todo el mundo es o hace. Y eso es algo que ha llevado a la humanidad a vivir grandes cambios y avances en la historia.

Una nueva etapa de la cuarentena: salir de casa.

Llevamos muchos, muchísimos días encerrados en casa bajo múltiples condiciones en un confinamiento. En mi hogar ya cumplimos 50 días encerrados; para otros serán unos menos. Es un momento histórico y muy intenso, de contrastes y de cambios.Con momentos muy felices en familia, muchos espacios de reflexión, aprendizajes y conexión con los hijos. También instantes de angustia y ansiedad, de impotencia e incertidumbre. Así el miedo, la tristeza, la alegría y el enfado han estado presentes en mayor o menor grado cada uno de nosotros en todos estos días.

Para muchos es necesario salir cuanto antes, para otros ese día puede esperar y logran alargar un poco más el confinamiento. Ambos están en lo correcto.

¿Cómo acompañar a los niños en este proceso de desconfinamiento?

EN TIEMPOS DE CUARENTENA

El covid-19 nos paró. Veníamos en una carrera con semáforo en verde y casi que sin pasar por ámbar cambió a rojo obligándonos a meter a fondo el freno para cuidarnos y salvarnos.

Nos cuesta frenar y cambiar el ritmo al que veníamos acostumbrados. Es parte de la naturaleza humana oponer resistencia al cambio por el miedo que sentimos, por la proyección que hacemos de la situación, por la falta de control en estas circunstancias, donde pocas decisiones podemos tomar. Pero tranquilos que igual de natural es la adaptación y todos (excepto muy pocos casos), podemos asumirlo adecuadamente.

GESTIONAR LAS EMOCIONES EN ESTE MOMENTO DE CORONAVIRUS

Reconocer que nos cuesta adaptarnos a los cambios, ya es una manera de ayudar en la gestión emocional familiar. Aprobar todas las emociones y validarlas es lo principal.

Preguntarnos a nosotros mismos cómo nos sentimos y poder nombrar y explicar con palabras lo que estamos experimentando emocionalmente nos prepara para hacer lo mismo con nuestros hijos.

Preguntar a nuestro hijo cómo se siente, a través de frases, de juegos, de actividades. Decirle lo que tu estas sintiendo y comentarle lo que estas observando de él de manera objetiva. Por ejemplo, noto que mueves mucho las piernas y te metes los dedos a la boca ¿crees que estas ansioso? O veo que estas cantando feliz, canciones muy alegres ¿te sientes contento? Ningún juicio de valor ni de recriminación, es decir lo que observas y confirmas si sí es correcto lo que estás diciendo, puede que el niño no esté ansioso ni contento y simplemente esté llamando tu atención.

Los niños necesitan la atención de los demás. Los adultos también lo hacemos y raramente lo expresamos directamente diciendo “te necesito y quiero que me dediques un poco de tiempo”. Tu mejor que nadie sabe las formas que tu hijo te lo dice. No necesita palabras y muchas veces son conductas que aceptamos como el niño que se te acerca a la pierna y te abraza y otras veces son conductas que rechazamos como el niño que molesta y daña las cosas.

Lo primero que podemos hacer es entender que debemos validar todas las emociones. Validar las emociones quiere decir que comprendemos lo que sentimos o siente el otro y es la clave fundamental para conectar y para la supervivencia. Todo lo que sentimos o siente nuestro hijo es válido y debemos aceptarlo; y lo que aprendemos a controlar es la forma como reaccionamos.

La alegría y la tristeza son tan buenas una como la otra. La calma y el enfado igual. Sin embargo, reaccionar eufóricamente en un momento y lugar que no corresponde es inadecuado, así como enfurecerse y golpear o dañar.

Abrir un espacio para trabajar las emociones, no necesariamente durante una conversación, puede ser mientras pintan, juegan o leen. Ten en cuenta que los niños tienen una gran capacidad de aprender y de recordar. Seguramente tu mensaje le llegue por los medios que no estas imaginando.

Dar alternativas, por ejemplo, dar un cojín que si se puede golpear o una tabla que si se puede martillar o papel que si se puede romper. Negar siempre las reacciones, crea un conflicto interno que tiende a explotar en otro momento. Redireccionar las conductas y permitir desahogar las emociones donde sí se puede.

Hablar en positivo. En vez de dar una orden “no grites” puedes hacer una invitación a hacer lo adecuado “te invito a que hablemos en un tono tranquilo”. O “no escupas” puedes cambiarlo por “si quieres te acompaño a escupir en el lavamanos”.

Contener en el momento que más nos necesitan. La clave está en intentar aceptar tus emociones y controlar tus reacciones cuando tienes en tus manos a un niño desbordado o descontrolado. Puede que necesite un abrazo o sólo tu presencia.

Trabajar las emociones, como trabajamos cualquier habilidad que queremos que nuestro hijo desarrolle. ¿cómo enseñas los colores o las formas, por ejemplo? Pues nombrar las emociones, explicarlas, reconocerlas nos ayudarán a trabajarlas. Tener un libro de emociones también viene muy bien.

APRENDIZAJES EN TIEMPOS DE COVID-19

Me hicieron una entrevista de las cuales quiero rescatar estas dos preguntas para compartir.

*¿Cómo estás llevando esta situación de confinamiento? y desde aquí, qué consejos puedes aportar a las personas que nos están escuchando.

Estupendamente, la verdad noto que los niños están mas tranquilos y felices. Juegan todo el día, hacen actividades. Se dejan enseñar y disfrutan del tiempo juntos y los momentos de jugar cada uno sólo o entre ellos.

COMPARTIR CONOCIMIENTO Y BUENAS PRÁCTICAS EN LA CRIANZA CON HUMILDAD Y CARIÑO

En temas de crianza estamos polarizados, sin ser dueños de ninguna verdad absoluta. Parto natural o cesárea no requerida, lactancia materna o de fórmula, colecho o dormir sólos en su habitación, portear o cochecito, guardería o quedarse en casa, mamá o papá full time en casa o full time en el trabajo, dejarlo llorar o atender su llanto, colegio tradicional o pedagogía alternativa, en fin. En todos estos casos hay razones y hay argumentos, hay también conocimiento y creencias muy válidas.

Tener sentido común y desarrollar un criterio en temas de crianza requiere tiempo e implica un esfuerzo. Debemos estar dispuestos a aprender y ser cada vez mejor, sin pretender la perfección.

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LOS BUENOS HERMANOS

No existe la fórmula mágica para ayudar a nuestros hijos a ser buenos hermanos y tener la relación soñada entre ellos. La diferencia de edades: los que son muy seguidos, muy separados o incluso los múltiples, los géneros iguales o diferentes, el carácter de cada uno, las circunstancias familiares y sociales que rodean cada criatura, entre otros factores, van a influir. Sin embargo, nada está escrito y todo aquello relacionado con vínculos afectivos tiene un principio y muchos caminos y posibilidades que con el paso del tiempo y el vivir de las experiencias se van marcando.

Vamos al principio de todo, la gran noticia: vas a ser hermano/a mayor.

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JUGAR CON ELLOS

El juego es la actividad más importante para los niños en todas las culturas. Es a través del juego que acceden de manera espontánea al medio en el que crecen, gracias a su poderosa capacidad de observar, manipular y experimentar.

Erikson (psicoanalista) decía que el juego es un medio de exploración para desarrollar iniciativa e independencia en el niño. Vygotsky (psicólogo) defendía el juego afirmando que favorece el desarrollo cognitivo, emocional y social y que funciona como una herramienta que ayuda al niño a regular su conducta.

Sentarte en el suelo con tu hijo, compartiendo juntos, siendo consciente del momento de conexión, es la mejor y más auténtica manera de jugar con él o ella.

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ENSEÑEMOS A PERTENECER Y PARTICIPAR

Respetar la personalidad y el temperamento de los niños es fundamental y promover ciertas actitudes para el desarrollo de su personalidad y su carácter también.

No se trata de forzar la adquisición de cualidades a su forma de ser, sino de exponerlos a lo que será provechoso para la formación de su personalidad; de su carácter (la parte más aprendida y construida de la personalidad) y su temperamento (la parte más instintiva y biológica de la personalidad).

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INTERVENIR CUANDO TU HIJO SE RELACIONA

Los niños por naturaleza buscan al otro. Al principio ese otro es quien cuida, quien proporciona seguridad y suple necesidades físicas y de afecto. Más adelante viene una etapa en la cual las personas que forman parte del entorno cercano cumplen un papel importante en la socialización del niño. Después llega el momento en que los pares, es decir otros niños de su misma edad, pueden ¨servir¨ para jugar y más adelante en que los demás cumplen la misma función en tu hijo, que él cumple en ellos, es decir construyen una relación reciproca.

Antes de intervenir y decirle cómo comportarse a tu hijo, puedes observarlo y ver sus señales espontáneas para relacionarse. Proporciónale espacios de socialización para demostrarle que hay otras personas aparte de él y que debemos cuidarlas. Esta actitud de cuidado tiene implícito el mensaje de no se hace daño (no se pega, no se grita, no se empuja, etc.), pero en positivo.

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